LA OBSERVADORA

De los cafés al bar de chinos

Europa está cuestionada hoy por sus ciudadanos, a pesar de que es objetivamente un reducto planetario de civilización y bienestar que atrae a los refugiados de la pobreza, la violencia y la tiranía

Esther Vera
4 min
Dels cafès al bar de xinesos

"Paz, libertad, tolerancia, solidaridad, estado de derecho. 60 años y los mismos valores. Mirar atrás con orgullo y adelante con esperanza", esta era el tuit de la Comisión Europea en la celebración de las seis décadas desde su fundación. El tuit resume bien los problemas de la Unión Europea. Por un lado, los ciudadanos europeos se han acostumbrado a ver garantizados valores que generaciones anteriores consolidaron con sangre, sudor y lágrimas: paz, libertad, tolerancia y estado de derecho. Por otro, muchos europeos ya no están orgullosos de Europa ni confían en que sus líderes sean capaces de impulsar un futuro mejor.

Europa está cuestionada hoy por sus ciudadanos, a pesar de que es objetivamente un reducto planetario de civilización y bienestar que atrae a los refugiados de la pobreza, la violencia y la tiranía.

Las propuestas

Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha abierto el debate sobre la utilidad de Europa en un libro blanco que ha presentado recientemente y que los Veintisiete han analizado en Roma. Define los cinco escenarios posibles que se abren y admite la pérdida de relevancia internacional y la pérdida de afecto ciudadano. La globalización y el comercio hace años que han desplazado Europa del centro único del mundo, y la pérdida de afecto ciudadano hace tiempo que se expresa internamente en muchos países miembros. El resultado inmediato más grave de esta falta de reconocimiento será la salida de Gran Bretaña de la UE, y la principal amenaza es el poder de los antieuropeos del Frente Nacional en Francia, que aunque difícilmente llegarán al Elíseo, inoculan el virus del aislamiento que podría acabar con el eje fundacional, que fue la relación entre París y Berlín.

La pérdida de apoyo de la opinión pública tiene mucho que ver con la falta de utilidad del proyecto y la falta de autocrítica. La salida de la crisis más dura desde el Crack del 29 ha dejado muchos efectos sobre la economía y sobre la confianza en el futuro. De hecho, ni la renta per cápita ni las tasas de ocupación han alcanzado los niveles anteriores a la crisis en el conjunto de la Unión, y la fórmula que Alemania impuso para la salida de la crisis ha supuesto sacrificios enormes en el sur. Sacrificios dramáticos de griegos, portugueses y españoles, que aún tienen que oir cómo les dicen que gastan las ayudas en drogas y mujeres sin que el presidente del Eurogrupo, Dijsselbloem, sea obligado a dimitir fulminantemente.

Ricos y envejecidos

Uno de los principales cambios de Europa es la pérdida de población y el envejecimiento. En 2060 ninguno de los Estados miembros representará ni siquiera el 1% de la población mundial, y este es un argumento más para repensar el proyecto y reforzarlo. Las posibilidades son diversas, pero es necesario que sean realizables y realistas con los mensajes que envía la desafección popular.

Los escenarios posibles se pueden resumir en cinco: quedarse igual, centrarse en el mercado único, ir a varias velocidades y consolidar un núcleo duro, hacer menos de manera más eficiente y avanzar todos. Lo que parece más factible es que la Europa a diferentes velocidades se extienda en un mayor número de círculos. En la zona euro la seguirían otras relaciones privilegiadas dentro de la UE.

Este escenario parece factible en un momento de imposibilidad de avance federal, como reconocía el propio ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, esta semana en el Financial Times, cuando admitía "que la segunda opción es peor que la óptima pero mejor que nada". La propuesta que se perfila para los Veintisiete sería que continuaran funcionando como hasta ahora, y que se permitiera a los miembros que lo desearan ampliar la colaboración en ámbitos como defensa, seguridad interior y temas sociales. Un ejemplo, según la Comisión, sería que en 2025 quince estados miembros establecieran un cuerpo de agentes de policía y fiscales para luchar contra las actividades delictivas transfronterizas. Intercambiaría inmediatamente la información en materia de seguridad gracias a bases de datos plenamente interconectadas.

La Unión no irá adelante, por más fotografías y cumbres que se hagan, si no desarrolla un proyecto social que los europeos reconozcan en tiempos de turbulencias. Habrá que profundizar en la unión económica y monetaria, y en la defensa y las finanzas, pero aún más en temas de consumo y defensa de una cultura y un estilo de vida europeos.

George Steiner, en su conferencia titulada La idea de Europa (Arcadia), destacaba el espíritu de Europa "hecha de cafés", centro de la elocuencia y los debates, de la socialización y el debate de ideas. En Europa, 60 años después, cada vez hay menos cafés y más bares regentados por la comunidad china o de otras nacionalidades no europeas. Los valores fundadores son los de la tolerancia, la cooperación y la democracia. Pero hay que ponerlos al día y tener líderes capaces de tener una "idea de Europa" tan valiente como la de los padres fundadores.

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