Váyase, señor González

Felipe González habla en la SER, presumiendo de que viene de Colombia y de que ahora está en Chile, yendo de estratega mundial por la vida, admitiendo que no acaba de estar al día de lo que ocurre en el PSOE, y a continuación convirtiéndose en asistente personal del establishment que lo mantiene: exige la abstención de Sánchez en nombre de una dignidad democrática que no sabe ni qué es. Y saca lo peor de mí, porque me transmuta en Aznar y me pongo a decir solo, en el coche, "Váyase, señor González". Y empeoro, me transformo en el ex rey, y digo "Por qué no te callas".

No es sólo la pereza de oír consejos vertidos desde una superioridad moral impropia de quien tiene los GAL en el curriculum y se vio salpicado por los casos Flick, Filesa, Roldán, Guerra y los que no sabemos. Es también que el PSOE tiene un futuro complicado, y no tiene ni presente, si momias como esta, que hace veinte años que no es presidente, a la que hemos visto rodar en puertas giratorias millonarias, siguen dando la tabarra.

Si incluso el Papa lo dejó, si incluso el cazador de elefantes que intentaba sobornar a los mafiosos de Manos Limpias abdicó, ¿cómo se atreve él a agarrarse a la poltrona y los micrófonos y a hacer la vida imposible a los que intentan rescatar al socialismo del pozo donde lo dejó con sus traiciones ideológicas y sus miserias gestoras?

Esta gente que desde la Transición no se van ni con agua caliente, que por edad podrían estar jubilados hace diez años, que ya mandaron 14 años y que no entienden nada del triste mundo que han dejado con su gestión lamentable, ¿encima no tienen amigos? ¿Nadie que le quiera puede decirle que se calle, que coja un yate y se fume un cigarro y se trague todos esos humos que tiene sin motivo y no empeore más su biografía, si es que eso es posible? Si no por España, hacedlo por mí, que Aznar y Juan Carlos no me posean de nuevo.