Javier Aroca

Teoría del uno más uno

2 min
Pedro Sánchez en el debat de política general / EFE

Termina la campaña tal como empezó, sin salirse mucho del guión de los latiguillos, de los temores infundidos y de los temblores disimulados; recortada como el tiempo de recortes en el que vivimos. El resultado del referéndum en Gran Bretaña ha sido sobre todo eso, un recorte de la campaña, que ha privado al electorado de mejores reflexiones y posicionamientos sobre uno de los mayores escándalos de la democracia, henchido incluso con un ataque frontal a la libertad de prensa: el caso Fernandez Díaz.

El Brexit, no obstante, ha servido como coartada para demonizar los referéndums. Europeismo ilustrado: todo para los europeos pero sin los europeos, o los ciudadanos, en general. Sánchez, al acordarse del referéndum griego de Tsipras, olvidó el que pudo celebrar Papandreu, que de no bajarse los pantalones ante Merkel podría haber salvado a un condenado Pasok a la irrelevancia.

Apenas hay variaciones, con excepción de las irrupciones del mercado de la fruta pirenaico, nunca tan atendido en una cultura política más que nada carnívora. Los candidatos insisten en sus posiciones postelectorales, lo más trascendente ante la previsibilidad de los resultados. El PSOE sigue, incluso sobreactuando, en sus posiciones: no a todos, excepto quizá, otra vez, a Ciudadanos, sin viabilidad aritmética. En los últimos estertores previos a las doce de la noche del último día de campaña, los candidatos aún clamaban: ¡Que nadie cuente con nuestros votos!; mientras, el gran vigía de la formación socialista, Felipe Gonzalez, advertía de los peligros de un pacto por la izquierda.

Así, a Pedro Sánchez solo le que queda una salida: ganar por mayoría absoluta. Pero sabemos que eso no parece ser muy verificable. Entonces, con el ascenso que se espera de Podemos, su partido se verá en un serio compromiso. A Sánchez solo le valdría entonces el uno más uno, a saber, ganar por más de un voto a Podemos y, además, sacarles, al menos, un escaño; solo así podría dejar sin argumentos a su rival, y mantener, sin género de dudas, sus posibilidades reales de ser presidente de gobierno, y de camino sobrevivir. A Podemos le resultaría muy difícil decir no, más cuando el propio Pablo Iglesias ha barajado esa posibilidad si no es la fuerza más votada.

Resultado reforzado y cualificado, el único que le vale, junto con la ilusoria mayoría absoluta, y que le permitirá salir del atolladero en el que ellos mismos se han metido. Pero si el uno más uno lo salva, otro uno más uno lo condena. Si no se diferencia de esa manera de Podemos, entran en juego sus demonios. Que vienen del sur. Si Susana Díaz saca más de un voto al PP en Andalucía y más de un voto y escaños a Podemos, algo que aseguran los sondeos, los días de Sánchez están contados, y los de Susana Díaz para hacerse cargo del PSOE, descontados. Ni en el País Vasco ni en Catalunya, donde según algunos reside el socialismo moderno, podrán argumentar resultados semejantes, sino, tal vez, explicar un repliegue en la confianza ciudadana que los llevará al sótano político y a la irrelevancia.

stats